Por Juan Carlos Talavera
La crónica de hoy

La ciencia, la literatura y las artes no siempre propician personas más tolerantes porque en toda la historia, humanidad y barbarie, perennemente han coexistido y son indivisibles, señala el ensayista Luis Muñoz Oliveira, autor de La fragilidad del campamento, donde asevera que una sociedad más tolerante siempre será mucho más democrática. Sin embargo, reconoce, que es necesario combatir dos enemigos esenciales de la humanidad: la indiferencia y el cinismo.

En su opinión, las clases de civismo en México están mal entendidas, pues enseñan los colores de la bandera, el Himno Nacional y los héroes de la Independencia, pero no los valores democráticos. Y, reconoce, que los jóvenes siguen siendo ignorantes e intolerantes, pues la educación básica que recibieron no se preocupó por hacerlos tolerantes.

—Escribes que “La humanidad y la barbarie coexisten”. ¿Para qué hablar entonces de tolerancia?

—Porque si no lo hacemos, no estaremos defendiéndonos de la barbarie. Entonces posiblemente la barbarie triunfará y eso no queremos que suceda. La tolerancia es nuestra única defensa. Y reconocer que siempre puede surgir la barbarie nos permite, a final de cuentas, estar atentos frente a su surgimiento. Si nos quedamos dormidos… la barbarie puede surgir con gran fuerza. Piensa en Austria, que pasó de ser lo que era a estar bajo el dominio nazi.

—Mencionas a los cínicos, esos que miran a los demás como inocentes que pueden ordeñar, aquellos que delinquen, corrompen y matan… Pero siempre han existido.

—Sí, son los parásitos del sistema. El cínico en una monarquía o en una dictadura, por ejemplo, encontrará su lugar siendo cínico, obviamente, y quizá logre hablarle bien al príncipe. Pero en la democracia tienen mayor espacio. Allí el cínico se encuentra como pez en el agua porque puede ser un parásito abusando de las libertades. Por eso los cínicos son tan peligrosos para la democracia.

EL ARTE. Publicado por Almadía, La fragilidad del campamento es un libro que habla sobre tolerancia, transigencia, democracia, ética, conversación, civilidad, sobre el silencio y la falsa tolerancia, aquélla que se apoya en la frase: “Todas las opiniones son respetables”.

Así, Oliveira asegura que está muy extendida la idea de que la tolerancia es indiferencia, y no es así. Esa indiferencia carcome los cimientos de la sociedad y “esa falsa tolerancia es una forma de actuar a partir de la falta de convicciones fuertes, del desdén de la conversación, del escepticismo ramplón”, escribe.

—Pareciera que la democracia alienta el desarrollo de los cínicos.

—Mientras peor funciona una democracia, más cínicos vamos a tener. La democracia, justo por ser permisiva de la diversidad, termina por dejar entrar estos personajes que lo que hacen es envenenarla.

—¿Existe resistencia o desconocimiento en torno a la tolerancia?

—Así es. Por lo que considero que la educación básica de este país tendría que enseñarnos a ser tolerantes, respetuosos y democráticos. Es decir, los seres humanos tendríamos que preocuparnos por enseñarles a lo demás cómo ser buenos ciudadanos, porque los buenos ciudadanos no nacen.

—¿Las artes, la ciencia y la literatura no nos hacen más tolerantes?

—No necesariamente. Hay países donde la divulgación de ese conocimiento es mejor. Pero en México atravesamos una severa crisis. La divulgación del conocimiento es pobre y no sólo del pensamiento filosófico o político, sino también del científico. Entonces necesitamos cambiar los programas de educación básica de este país.

—Por último, ¿qué pasa con los jóvenes?

—Los jóvenes son ignorantes e intolerantes por naturaleza. Es normal. La juventud va acompañada de intolerancia porque han tenido poco tiempo en el mundo para conocer las diferencias y para aprender a lidiar con éstas. Además, la educación básica que recibieron tampoco se preocupó lo suficiente como para hacerlos tolerantes. Recordemos que la tolerancia se aprende y es un proceso vital.


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